Las “Stranger Things” que te pueden pasar en tu primer día de trabajo


Ahora que volvemos a tener muy presente esto de las Stranger Things, es importante que recordemos que, a veces, la realidad supera la ficción, ¡sobre todo en el primer día de trabajo! Nervios a flor de piel, una situación desconocida, muchas caras nuevas… El primer día de trabajo se impone como el escenario perfecto para vivir un capítulo surrealista o, al menos, un poco ridículo.
Empezando por el tema del baño, porque uno nunca sabe dónde está el baño y, lo cierto, es que se trata de un lugar que se omite durante los tours por la oficina. ¿Por qué? ¡Quién sabe! El caso es que ahí está, después de varias entrevistas para conseguir el puesto, ese trabajador despierto, proactivo y fresco que, sin saber cómo, entra en pánico por tener que preguntar la ubicación del lavabo al primero que pase… ¡y tenía que ser el director de la empresa! ¡Error 404! Tierra trágame, aunque aparezca en “el otro lado”.
“Y, ¿qué hora es?”. De repente, el reloj, que toda la vida ha tenido una utilidad muy clara, pierde todo su sentido. Porque no sabes a qué hora los demás empleados almuerzan, si lo hacen juntos o por separado, si se llevan el café o el bocata, etc. Pero es que tampoco tienes clara la hora de salida. En el email ponía que trabajarías de 9 a 18:30, pero nadie se levanta y tú no puedes ser menos: tu compromiso con la empresa no puede quedar en entredicho. No te puedes ir antes, pero tampoco mucho más tarde porque, ¿qué harás hasta entonces? Tampoco es que tengas un gran volumen de trabajo… Aunque ahora que sabes dónde está el baño, quizás puedas hacer algo de tiempo allí.
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Más fenómenos paranormales: tu memoria se divide entre dos y se multiplica por cero. Normalmente puedes recordar el momento exacto del capítulo en el que se nombró por primera vez a Laura Palmer o qué llevaba puesto tu triunfito favorito en la gala número ocho, pero en tu primer día de trabajo casi no recuerdas ni tu nombre, ¡y mucho menos el de tus nuevos compañeros! Raro, ¿no? Mejor no te la juegues y evita confusiones preguntando sin apelativos, o revisa la web, algunas veces el cielo nos bendice con la pestaña de “equipo”.
Y, hablando de equipos, qué maravilla cuando todavía no puedes incorporarte al tuyo porque no tienes un puesto de trabajo literal: ni silla, ni ordenador, ni correo electrónico. Y no es que hayan desaparecido por arte de magia durante la noche, sino que el encargado pensaba que otro se encargaba y, a su vez, el otro había entendido que no llegarías este día y no sé qué, no sé cuánto. A veces pasa, creednos. Así que, además de ir vestido prácticamente de boda en un ambiente muy relajado (entre tanto nervio no conseguiste encontrar un término medio entre casual y arreglado) ahora estás sentado en el sitio de otro, cuyo nombre tardarás meses en recordar y sabiendo que mañana tendrás otro nuevo primer día de trabajo, en una nueva mesa o despacho.
En fin, los primeros días en una nueva empresa son como los capítulos piloto: pueden ser más o menos acertados pero lo importante es que, independientemente de eso y hasta el final de la temporada, vivirás muchos “episodios” en la oficina que, sin duda, mejorarán tu vida laboral.
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Ey @NetflixES hemos encontrado las #StrangerThings que nos pueden pasar en el #trabajo ?
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